Por Ramon Elizondo
En nuestra convivencia con el medio ambiente hacemos uso de recursos que pocas veces tomamos en cuenta como si estos no fueran importantes o fueran infinitos, sin embargo, a veces se encuentran en una situación crítica. Tal es el caso del suelo, el suelo es nada más y nada menos que la base para la
seguridad alimentaria y la provisión de servicios ambientales vitales, incluyendo la mitigación y adaptación al cambio climático.
Tanto en el discurso como en la práctica del cuidado ambiental e incluso ante los tomadores de decisiones el recurso suelo sigue siendo considerado como una prioridad de segundo nivel y son pocos los órganos internacionales que abogan para asegurar que el reconocimiento de los suelos este adecuadamente representado para la toma de decisiones en los diálogos sobre cambio climático.
El mantenimiento de suelos saludables y fértiles para la alimentación de una creciente población mundial y para responder a sus necesidades en términos de energía, servicios y materias primas, solo será posible si se conoce y reconoce la importancia del recurso suelo, que actualmente enfrenta una grave situación.