Por Ramon Elizondo
El pasado 16 de noviembre celebramos el día internacional para la tolerancia, recordando que en 1995, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) adoptaron la Declaración de Principios sobre la Tolerancia. La Declaración afirma, entre otras cosas, que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino que es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos.
La Declaración describe la tolerancia no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.
Día a día nos enfrentamos a situaciones con las que no estamos de acuerdo, a opiniones que incluso llegan a incomodarnos, pero es ahí donde debemos de ser respetuosos y tolerantes del pensamiento y opiniones de los demás, entendiendo que también están ejerciendo sus derechos y libertades.