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Cuando leemos vivimos otros mundos, otras vidas, viajamos sin movernos de nuestro sitio, esas son algunas frases hechas que nos han intentado convencer del ejercicio de la lectura, sin embargo a veces la ficción recrea acontecimientos oscuros que provocan que esta vivencia quiera olvidarse, o sintamos ese placer recóndito por saber más, que atendamos a esa teoría que dice que la maldad es una parte que espera ser detonada en cada persona, atendiendo a los principios de la novela negra o la anti novela negra, esta semana nos adentramos a Muerte Caracol de Ana Ivonne Reyes Chiquete.

Ana Ivonne Reyes Chiquete es comunicóloga por la Universidad Iberoamericana y egresada de la Escuela de Escritores de la SOGEM. Es autora de las obras de teatro “El Ajustador” y “Huele a chivo”. La primera resultó finalista del Concurso Elena Garro a la mejor lectura dramatizada y estuvo en escena en los teatros Rodolfo Usigli y Ana María Hernández, además de haber sido antologada en Escena con otra mirada de la editorial Plaza y Valdés, compilada por Reyna Barrera en 2003.

En algunas entrevistas Ivonne ha definido el género negro como literatura que habla sobre las pasiones, deseos, anhelos, sobre lo oscuro, lo que quiere el ser humano que hace cuando la cosa se fregó, porque fue tanto su deseo por conseguir lo que quería que eso se convirtió en delito. De ahí podemos partir para sumergirnos en lo que está por venir en la experiencia lectora.

La trama comienza en el capítulo tres, algo va raro desde el principio con Jeffrey un tipo atormentado y obsesivo que contacta a una joven y guapa modelo con anhelo de ser famosa, la cita para realizarle una sesión de fotos acabará en un asesinato brutal y con un sello particular: un caracol como evidencia, ahí podemos comenzar el juego al leer, cuando al finalizar nos damos cuenta que leemos la novela “El asesino del Caracol” junto con otro personaje, Carlos Sobera otro tipo ansioso y con una vida plagada de traumas que lo marcaron para siempre.

Sobera tiene ideas de asesinar también solo que su carácter le impide llevarlas a la práctica, mientras conocemos su historia y frustraciones seguimos los casos del asesino de caracol que tras una pausa de 20 años entre sus otros crímenes regresa a la carga con más brutalidad en su afán por acabar con la vida de mujeres sin ningún motivo aparente y sin relación entre las víctimas.

Carlos es el clásico hombre tímido y ensimismado, trabaja en un hospital le gusta vagar por los pasillos y en sus ratos libres lee, lector voraz y exigente odia los lugares comunes, busca algo que lo estimule para convertirse en un asesino despiadado pero nada le alcanza, no se atreve.

Los personajes femeninos varían en sus personalidades pero un rasgo predomina, mujeres fuertes con carácter como en el caso de Aileen Weiss una periodista que es personaje clave en la novela que lee Sobera o que decir de Inés la novia de la adolescencia de Carlos, o su insufrible y amargada tía Leonor a la que anhelaba asesinar, pero la más despiadada de todas es la madre de Jeffrey el asesino del caracol, cruel y codiciosa.

El ritmo de lo que Reyes Chiquete ha calificado como una anti novela negra es la parte más valiosa de este embrollo, la metaliteratura es un ejercicio estimulante y que requiere nuestra atención, 107 cuartillas bien aprovechadas que nos invitan a hacer una segunda lectura y buscar más detalles.

Destacan aspectos del lenguaje, el juego de una traducción españolizada, es claro que esta novela negra es gringa y estamos siguiendo su versión al español, la capacidad de Ivonne para mantenerlo es de reconocer, así como para lanzar un guiño con risitas a esas traducciones que descontextualizan los hechos plasmados originalmente porque cambian las expresiones, perdidos en la traducción.

Aunque muy temprano sabemos que es lo que pasa con este juego de una novela dentro de otra, los giros le dan agilidad, encontrarse con esta novela es una excelente oportunidad sobre todo en estos momentos convulsos cargados de violencia y asesinatos en particular, feminicidios y verlo desde la ficción a través de Ana Ivonne es algo necesario. Muerte Caracol tiene sus años ya, fue publicada en 2010 y ganó el IV Premio nacional de novela negra Una Vuelta de Tuerca convocado por el gobierno del estado de Querétaro. Cerramos con un fragmento:

“El asco. Ése es uno de los sentimientos más insondables, cree Carlos Sobera. Hay un asco físico, de acto reflejo, que hace que el cuerpo deseche aquello que lo está dañando, como alcohol en demasía o comida descompuesta. Pero hay otro asco, psicológico, también de supervivencia, dónde el cuerpo rechaza el contenido del estómago con la esperanza de deshacerse de algo que en realidad nunca podrá sacar de sí”.


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