Entre las recomendaciones tan nutridas que tuve sobre literatura en 2017 encontré un lado oscuro de mi persona que goza y se regocija de los géneros literarios más crueles, violentos y desgarradores, por el hecho de paradójicamente ser reales, cotidianos y cercanos en un México dónde podemos seguir nuestras actividades tranquilamente sin reparar en ello, pero que a través de sus letras las y los escritores están cumpliendo una labor social que ficciona, pero retrata.
Su novela Temporada de Huracanes comienza con el descubrimiento de un cadáver flotando en aguas turbias de un canal de riego cercano a la ranchería La Matosa, en Veracruz. El cuerpo resulta ser de la Bruja, que heredó el oficio de su madre fallecida y a quienes los pobladores de esa zona rural respetaban y temían.
Las historias entrelazadas que saltan entre capítulos sin pausas nos remiten al murmullo interminable de las vecinas de los barrios, los cuchicheos detallados sobre la vida cotidiana que entretienen y dotan de sentido los días de inagotable desolación y miseria.
Los desastres familiares hacen su aparición, niñas dejadas con sus abuelas, hijos de papás desobligados en la cárcel, madres que eligen hombres que se sienten los amos y señores de hogares dónde cohabitan hijos e hijas de otros padres ausentes combinado con el ambiente de pobreza, falta de oportunidades, violencia, narcotráfico, crean un caldo de cultivo que se entreteje con la superstición y la percepción de sentirse internado en un pueblo olvidado dónde las alternativas para sobrevivir, aunque poco aprobadas por la sociedad, se vuelven forma de vida: la prostitución, los negocios chuecos.
Sin duda la construcción de la historia de Fernanda Melchor es una radiografía cruda y soez, pero reflejo a final de cuentas, nos guste o no, de gran parte de las historias invisibles del México contemporáneo, de las fosas interminables de la absurda guerra contra el narco, de las estrategias fallidas para garantizar la seguridad de la población, del abandono de la clase política después de las elecciones que maquilla y disfraza cifras e informes, permeada por la corrupción imperante. Mientras, miles de personas son Norma, Luismi o La Bruja en ese Veracruz que sigue ahí, en ese México que nos ofrece la nota roja todos los días, más allá del hartazgo y rumbo a la normalización, al aquí no pasó nada.
Ojalá se acerquen a Temporada de Huracanes, y perciban la sinceridad del día a día. En algunas entrevistas que he visto, la autora explora estos temas y concluye en que se trata de una historia de amor, sólo que los personajes nunca encuentran ese algo que siempre falta y ni siquiera saben cómo es, no sirve de nada si todos se están ahogando.